La presidente Dina Boluarte enfrenta la más dura crítica política en su carrera después de que el Congreso de Perú la destituyera en forma expeditiva por considerarla «incapaz moralmente» para abordar la creciente inseguridad ciudadana y el auge del crimen organizado. La decisión, adoptada con 122 votos a favor sobre un total de 130, supone un duro golpe político para Boluarte, que ha visto su popularidad caer en picado hasta alcanzar solo un 3% de apoyo según encuestas recientes.
La destitución exprés de la presidenta es el resultado de una serie de errores y malas decisiones tomadas durante su gestión, lo que ha generado una sensación de impotencia y desesperanza entre los peruanos. La falta de acción efectiva para abordar las graves problemas de seguridad ciudadana y la ineficacia en la lucha contra el crimen organizado han sido algunos de los principales motivos que han llevado a los congresistas a tomar esta medida.
La presidenta Boluarte ha intentado presentarse como una líder fuerte y decidida, pero su gestión ha sido caracterizada por la falta de transparencia y la toma de decisiones autoritarias. Esto ha generado desconfianza y rechazo entre los peruanos, que sienten que no se han visto reflejados en sus prometidos cambios políticos y económicos.
A pesar de que Boluarte tiene aún seis meses para ejercer su mandato hasta las elecciones generales de 2026, su destitución es un golpe mortal a su estatus como líder política. La decisión del Congreso no solo refleja la creciente impopularidad de la presidenta sino también la falta de confianza en sus habilidades para gobernar.
La destitución exprés de Boluarte también plantea preguntas sobre el futuro político del país y la estabilidad institucional. La crisis política puede generar un clima de inestabilidad que pueda afectar negativamente a la economía y la sociedad peruanas.
La presidenta Boluarte ha sido conocida por sus declaraciones contundentes y su estilo autoritario, pero su destitución demuestra que, en última instancia, no es el poder político el que decide sino la opinión pública. La crisis política en Perú es un reflejo de la desconfianza en la capacidad de Boluarte para liderar al país y resolver sus problemas más importantes.
La salida expedita de Boluarte también abre la puerta a una posible campaña política intensa en los próximos meses, lo que podría llevar a la nominación de un nuevo candidato presidencial o a la posibilidad de un gobierno provisional. La situación política es muy incierta y solo el tiempo dirá qué consecuencias tendrá esta destitución para el país y su futuro político.